Desde hace
algún tiempo, y más preciso desde el 2001, ha tomado mayor relevancia el tema
del silencio sísmico en la zona sur peruana y norte chileno luego de conocer el
historial sísmico lleno de eventos altamente destructivos. Los esfuerzos de las
autoridades nacionales y locales han estado dirigidas al tema de la prevención
y la población de Ilo, al menos en el caso de tsunamis, creo que ha respondido
adecuadamente ubicándose en aquellas zonas seguras identificadas en nuestra
ciudad, distinto al panorama que vivimos en la alerta de tsumani del año 2001.
No tenemos
hasta la fecha una relación o estudio de los diferentes desastres que a través
de la historia han asolado a Ilo o por lo menos, puso en zozobra a sus
habitantes. Así que echamos mano a nuestros archivos y esto fue lo que
encontramos.
El dato más
temprano que se tiene a la fecha es la erupción del Huaynaputina (febrero de
1600) cuya lluvia de ceniza alcanzaron las costas de Ilo, tal como lo pudo
evidenciar los estudios realizados en las evidencias arqueológicas encontrados
en la década de 1980 en la zona de San Gerónimo. Relatos de la época narran los
efectos de la nube de gases y ceniza sobre las personas y los suelos agrícolas,
llegando a considerar la erupción un castigo de Dios. Con columnas de gases y
cenizas, estas últimas pudieron llegar hasta Ilo, destruyendo la capa
superficial y cubriendo los árboles de todo el angosto valle, lo que debió
perjudicar a los hacendados de la época.
El evento
más recordado ha sido el sismo de agosto de 1868 que fue seguido de un tsunami que
afecto el sur peruano y el norte de Chile actual que en el caso de Ilo destruyó
el antiguo pueblo de San Gerónimo y obligó a su gente, luego de sepultar a sus
víctimas, a trasladar el pueblo hacia el sur, en el lugar que actualmente se
encuentra. Este sismo figura como uno de los más fuertes de la historia sísmica
del Pacífico
sur, aunque los expertos discuten si fue de 9 o de 10 o más grados de
intensidad. Fotos de la época demuestran el tremendo efecto devastador de aquel
terremoto.
Nueve años
después, en 1877, otro terremoto afectó la misma zona y casi con la misma
intensidad. Los pocos datos que se tienen señalan que en Ilo el movimiento se
produjo a las 08,30 horas del 9 de mayo y se caracterizó por una fuerte
sacudida seguida quince minutos después el mar se retiró y produjo un gran
movimiento de olas, tres en realidad, con intervalos de media hora cada una,
siendo la tercera la más fuerte, sin producir, sin embargo, estragos
importantes. El mar continuó moviéndose hasta las cinco de la tarde. “En su
retirada el mar bajaba de 20 pies debajo de su nivel ordinario y subía de otro
tanto en su salida” según informó el Capitán de Puerto de ese entonces.
A inicios de 1900 un nuevo desastre tocó al
apacible puerto de Ilo producido por una fuerte avenida del río Osmore. Ya un
año antes el río el ingreso del río fue inusual y puso en riesgo el sistema de
captación y distribución de agua potable. En el verano de 1900 el desborde del Osmore destruyó
gran parte del valle, comprometiendo caminos y puentes; el sistema de bombeo de
agua colapsó y el servicio se interrumpió varios días, obligando a los
lugareños a abandonar sus chacras y pagos y protegiéndose en los cerros y en el
puerto. Los puentes de Chaspaya y Loreto desaparecieron aislando una parte del
valle y gran parte de los olivares
fueron arrasados y era fácil ver al ganado flotando sin vida sobre las
torrentosas aguas del río que desembocaba con verdadera furia en el mar. Las
aguas alcanzaron las casas existentes en el valle destruyendo algunas e
inutilizando otras.
El 11 de mayo de
1948 un nuevo terremoto de 7 grados en la escala de Mercalli destruyó parte de
Moquegua a las 03,55 de la madrugada. Y mientras en esta ciudad caían al suelo
las dos torres del templo de Santo Domingo, en Ilo el movimiento estuvo
acompañado por fuertes vientos. Pasado el momento de susto y aclarado el día
los efectos fueron visibles: paredes rajadas de algunas casas, colapso de una
de las paredes del antiguo hospital de San Gerónimo, como también las paredes
de la casa cural ubicada al costado del
templo de San Gerónimo en la esquina de las calles Callao y 28 de julio. Como
la tierra siguió temblando la población se congregó en el templo para pedir la
intervención divina en favor de la ciudad, coda muy común desde tiempos
antiguos. Conforme avanzaba el día la autoridad municipal pudo comprobar con
cierto beneplácito que los daños no eran muy fuertes.
A cien años del
terremoto de 1868, se produjo otro fuerte maretazo que destruyó el antiguo
pueblo de Patillos. Las aguas del mar salieron hasta la carretera que conducía
a Pueblo Nuevo y en su paso dejaron destrucción, incluyendo el nuevo y aun no
inaugurado Hotel de Turistas. La población del lugar debió ser reubicada en la
zona conocida hoy como Miramar. Lamentablemente pasado este evento, la gente
regreso al lugar exponiéndose a eventos similares.
El Osmore, el 3 de
marzo de 1997 volvió a hacer estragos en su ingreso como hace caso 90 años,
pero esta vez la fuerza de las aguas fue más destructora: trajo abajo el puente
del ferrocarril industrial y la carretera que comunicaba Ilo con Pacocha
aislando por algunos días a este distrito y causó la muerte de por lo menos una
persona. Arrastro gran cantidad de olivos y de animales y causó grandes
perjuicios económicos a los agricultores al reducir el área cultivable. En
junio del 2001 otro sismo que pasó los 7 grados produjo graves daños a la
infraestructura de varias viviendas y edificios, activó la falla Chololo y
originó una de las evacuaciones más graves que se conoce, demostrando que la
ciudad no estaba preparada para eventos como éste. Felizmente la población
aprendió de esta circunstancia y por lo menos aquí ha sabido responder con
cierta eficacia.
Los científicos
aseguran que un nuevo evento destructivo pende sobre nuestra ciudad. Es de
esperar que, con esta historia de fenómenos, podamos, llegado el momento,
actuar de manera inteligente y reducir las consecuencias para la vida e
integridad de nuestra población.