El
domingo 23 de setiembre, y por otro año consecutivo, Aurora Herrera ganó el
concurso de la aceituna de mayor tamaño y de mayor peso en el Festival del
Olivo organizado por la municipalidad distrital de El Algarrobal. El tamaño de
esta ya famosa aceituna cosechada en el fundo Osmore alcanzó los 4,8
centímetros, lo que motivó a Giafranco Vargas (investigador en la Universidad
del Pacífico, consultor especializado en el Spanish Olive Technology y uno de
los que mejor conoce el tema el olivo en el Perú) a afirmar que era sin lugar a
dudas la aceituna más grande del Perú. Y la de más peso hay que decirlo, pues
cinco de estos ejemplares pesaron 103 gramos.
Este logro no es casualidad sino fruto del
esfuerzo y cariño que Aurora y su hermana Marlene han puesto en el
tricentenario fundo Osmore que pertenece a la familia Herrera por más de ocho
generaciones. Esfuerzo que tiene que lidiar con condiciones adversas que
hubieran rendido a mucha gente. Y son estas circunstancias las que hacen que
este logro sea mucho más meritorio.
El 2015 el ingreso torrentoso del río Osmore
arrasó con cerca de 1200 plantones de casi dos años de crecimiento y volvió
pedregal cerca de seis hectáreas. Y eso no las detuvo. Todos los años el mismo
río destruye la trocha que conecta Algarrobal con Osmore y que hay que
acondicionarla anualmente incluso a fuerza de brazos ante la falta de
maquinaria y de una buena conexión pese a las promesas incumplidas de alcaldes
y gobernadores regionales. Y eso no las detuvo.
Todos los años se debe hacer carretera nueva
por sobre el río, improvisando pequeños puentes, limpiando el recorrido de
piedras, macheteando matorrales, exponiendo los vehículos y demorando casi tres
horas cuando una vía bien construida reduciría el tiempo a no más de 40
minutos. Y todo a costo personal, con escaso apoyo de interesados y de las
autoridades competentes.
En los meses de crecida del río, cuando las
aguas hacen imposible el ingreso por su cauce, se debe trepar el cerro Chololo
por un sendero que costó mucho esfuerzo para luego bajar una cumbre empinada
cuyo descenso riesgoso demora una hora y su retorno casi dos horas y media. Y
antes de esto, hasta hace unos tres años, el recorrido debía hacerse a pie
desde la carretera panamericana demorando casi tres horas, cargando materiales,
insumos agrícolas y víveres.
Y en los meses de cosecha, cuando los olivos
se doblan por lo cargado de sus ramas con este fruto bendito, la escasa mano de
obra disponible hace más grande el esfuerzo, más difícil el acopio, más cara a
raima y más alto el riesgo de perder la cosecha.
He sido testigo de excepción del esfuerzo que
Aurora Herrera y sus hermanos han puesto en el fundo Osmore. He visto con qué
cariño trabajan la tierra, abonan los añosos olivos; con qué dedicación están
al tanto de todo el proceso que va de rama a raima, cuánto les ha costado
erradicar todo rastro de plaga cuanto les cuesta hacer defensa ribereña para
que el rio no usurpe su esfuerzo. Soy
testigo de cómo estas situaciones adversas jamás los derrotaron. Muy por el
contario. Fue el estímulo para nunca ceder. Dicen que el hombre inteligente se
impone a la naturaleza sin recurrir a procedimientos traumáticos. Si debo poner
un ejemplo, Osmore es el que mejor se me viene a la cabeza.
Pero también soy testigo de lo consciente que están
de la aceituna que tienen, que es de Ilo, que es un patrimonio que no debe
perderse, que desde hace más de trescientos años han logrado encontrar el
procedimiento que le ha dado a la aceituna de Osmore el sabor, la textura y el
color que solo tiene la aceituna de Ilo.
En los casi diez años que conozco a la familia
Herrera no han hecho sino cimentar la fama que de por si tiene la aceituna de
Ilo y cuyo conocimiento heredaron de sus padres. Tener la mejor aceituna y la
más grande del Perú debe ser para ellos el justo premio a este esfuerzo
demostrado en la adversidad.
No esperan más. Ya esperaron y fue en vano.
Nunca hubo carretera permanente, nunca hay maquinaria disponible, difícilmente
llega el apoyo del Estado y cuando llega a veces es a destiempo; y
hasta les negaron una casa prefabricada cuando el terremoto del
2001 tiró abajo parte de la propiedad que tienen en Osmore.
A veces los mejores logros son los que se
consiguen con esfuerzo y dedicación. El logro de Aurora Herrera es eso:
esfuerzo y dedicación. Detrás de la aceituna más grande hay una historia que
deberían conocer muchos. Quizá así quienes deberían hacerlo comiencen a mirar
más allá de la toma de la EPS Ilo y apoyen este esfuerzo que lo único que
consigue es acrecentar el orgullo de los ileños y conservar una tradición que
le ha dado fama al valle de Ilo.